Informatio
28(2), 2023, pp. 451-460
ISSN: 2301-1378
DOI: 10.35643/Info.28.2.18

Reseña


 

«Saberes construidos. Reflexiones sobre extensión en la FIC» (2022). Compilado por Federico Pritsch y Romina Verrua. FIC, Udelar.

Marcelo Pérez Sánchez1 ORCID: 0000-0002-1089-7128

1 Programa Integral Metropolitano, Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio, Universidad de la República.

 

El libro que aquí se reseña es el resultado de reunir el aporte de 12 potentes equipos extensionistas de la novel Facultad de Información y Comunicación (FIC). Esta obra, necesaria, suma a construir la joven historia institucional de la FIC, la cual se alimenta tanto de la amplia trayectoria universitaria en el país de las disciplinas que promovieron su creación (alojadas en su momento en la Escuela Universitaria de Bibliotecología y Ciencias Afines y en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación) como sus articulaciones con otros servicios universitarios y actores sociales. Por tanto, es un esfuerzo sustantivo por poner en valor el quehacer extensionista de las ciencias de la información y las ciencias de la comunicación, bajo la estela de lo que la universidad concibe como prácticas integrales universitarias.

El volumen está conformado por una introducción y 12 artículos, cada uno de los cuales presenta un resumen, una apertura, un desarrollo y un cierre, que es acompañado de imágenes que ilustran cada propuesta.

La introducción, a cargo de los compiladores Federico Pritsch y Romina Verrua, sitúa la publicación en los 15 años de la segunda reforma universitaria que impulsó la curricularización de la extensión y el fomento de las prácticas integrales y la década de la creación de la FIC. Estos procesos han mostrado tanto en las cifras de estudiantes y docentes de dichos servicios involucrados en actividades de extensión como en el debate conceptual —permanente— qué es la extensión y cómo se lleva a cabo. A su vez, exponen los aspectos positivos y negativos de la obligatoriedad de hacer extensión para estudiantes (por lo que establecen los planes de estudios) y como docentes (por el nuevo estatuto de personal docente), así como el desafío que implica la labor para la unidad de desarrollo de la extensión y actividades en el medio desde la cual hablan. Es compartible, más allá de la pluralidad de voces y concepciones sobre la extensión, la necesidad que plantean les autores de tener una noción y lineamientos que orientan el quehacer de la extensión en los aspectos éticos, políticos, epistemológicos y metodológicos para que doten de sentido tanto su rol académico como fundamentalmente su diálogo con el pueblo y sus luchas.

El primer artículo se titula «Pautas que conectan: la orientación comunicación educativa y comunitaria», de Alberto Blanco, Alicia García, Martín Martínez, Sabrina Martínez, Lucía Olivari y Victoria Devincenzi. Les autores, docentes de una unidad académica con larga trayectoria en la integración de funciones en la Udelar, a partir de la metáfora de los «territorios comunicacionales» se sirven de las diversas narraciones de estudiantes en su experiencia con distintos actores y territorios para realizar una serie de reflexiones. Es potente cómo la idea de territorios comunicacionales es ubicada entre lo «geográfico», lo mediático y lo institucional, en tanto complejiza y no reduce las prácticas sociales educativas a un mero ejercicio estático y reproductor, es decir, las aleja del modelo de educación bancaria (en el sentido freiriano). Los relatos de los estudiantes que recuperan, para pensar la ciudad, abren diversas dimensiones, que llevan a problematizar la relación entre la comunicación y la ciudad, en territorios marcados por la desigualdad y opresión, que nos interpela desde la tríada lefebreviana: espacio concebido, espacio vivido y espacio percibido, pues es en la conjunción que les autores indagan implícitamente con su propuesta de territorios comunicacionales. Sin duda, los aportes de la educación popular, en especial de Paulo Freire y Mario Kaplún, están por detrás de estas reflexiones llevadas al espacio de la extensión universitaria con mucha determinación en la propuesta del equipo y operan como suerte de vigilancia a lo que efectivamente sucede en la praxis.

En el segundo artículo, denominado «Información, memoria y comunidad: espacios para la inclusión social», de Laura Doyenart, Carol Guilleminot y Virgina Pérez, las autoras, desde el CENUR Litoral, nos traen sus experiencias de estudiantes de Bibliotecología en Pueblo Esperanza (Paysandú). Combinan acceso a fondos de extensión e investigación, el proceso formativo curricular y las memorias colectivas que se construyen con base en una biblioteca comunitaria rural de esa localidad. El territorio como dimensión de abordaje se presenta ligado a la noción de desarrollo local; este, que es un debate complejo, y más para la extensión, adquiere un giro interesante al ubicar el lugar de la biblioteca para la construcción de la identidad local que le dé sustento a un habitar rural en clave intergeneracional. A partir de ese lugar de la biblioteca en la comunidad (concepto también problematizado, pues muchas veces invisibiliza las lógicas del poder), abordan el aporte de la disciplina en clave de integralidad e interpelan con ello el lugar de la universidad y universitarios en la sociedad y su transformación, construido por espacios vivenciales compartidos.

En el tercer artículo, «Desafíos experimentales: en el diálogo etnográfico de saberes», de Eduardo Álvarez, Gerardo Barbieri, Matías Bertero, Verónica Blanco, Mayda Burjel, Daniel Fagúndez, Josefina Gucci y Rodrigo Vidal, les autores reseñan el acumulado del Laboratorio Transdisciplinario de Etnografía Experimental. En particular, tras situar de forma conceptual el vínculo entre la etnografía contemporánea y la integralidad de funciones, el trabajo expone una serie de experiencias vinculadas a dicho laboratorio en distintos barrios: Capurro, Ciudad Vieja, Barrio Sur y Casavalle. Terminan el texto advirtiendo las condiciones para el desarrollo de prácticas integrales y su no universalidad, y al lector lo dejan con ganas de conocer cuáles son los procesos de transformación social que esos diversos diálogos propiciaron o propician en clave del derecho a la ciudad.

El cuarto artículo se titula «Proyecto Byblos: una intervención en escuelas públicas en diálogo con la comunidad libanesa en Uruguay», de Yanet Fuster, José Fagar, Magela Cabrera y Noelia Torres. Les autores muestran una potente propuesta que involucra docentes y estudiantes de las tres carreras de la FIC, en la cual trabajaban con las escuelas públicas del barrio Lavalleja de Montevideo: n.o 125 República Libanesa y n.o 302 Gibran Khalil Gibran, con base en recursos educativos y comunicacionales relacionados con el acervo cultural de la República Libanesa. Es importante la experiencia, pues se incorpora a la larga trayectoria de trabajo de la extensión con escuelas públicas (que desde las misiones sociopedagógicas se desarrollan con potencia en Uruguay, como reseña Jorge Bralich en sus libros), pero incorpora la cuestión sustantiva como la multiculturalidad o los diálogos culturales, que ha sido menos desarrolla en la Udelar con relación a otras universidades latinoamericanas. Se evidencia el uso de múltiples recursos didácticos que se utilizaron en el diálogo entre universitaries y las comunidades educativas de las escuelas.

Laura Amaya, Ricardo Pereira, Isabel Wschebor y Noelia Torres, con el quinto artículo del libro, denominado «El cine uruguayo y la lucha contra la impunidad: experiencias de difusión del patrimonio fílmico uruguayo y reflexión sobre el pasado reciente», nos permiten reflexionar sobre la importancia del cine para el trabajo en torno la memoria y la historia reciente con estudiantes de enseñanza media y superior. La potencia del lenguaje audiovisual para el quehacer extensionista tiene sobradas experiencias en la historia universitaria; no obstante, esta propuesta pone en valor la preservación del acervo fílmico y su importancia para los procesos educativos actuales sobre la memoria y el pasado reciente. En ese sentido, las efemérides han resultado siempre una buena excusa para desplegar el potencial extensionista y trabajar la historia reciente desde propuestas pedagógicas alternativas al modelo educativo bancario y universitario napoleónico. Basta rastrear lo hecho por la Udelar con motivo de los 40 años —actualmente 50— de la huelga contra el golpe de Estado de 1973 (un ejemplo es el libro Memoria que es vida abierta: diálogo de saberes a 40 años de la huelga general, que fue compilado por García, Pérez y Rak y publicado en 2015 entre el CES, ANEP, Udelar, PIM, FARTES, FHUCE y FIC). En ese legado se enmarca esta experiencia sostenida en distintas latitudes geográficas y de corte intergeneracional, que es posible gracias a la cooperación entre unidades académicas de la Udelar, otras instituciones de educación pública y colectivos sociales preocupados por la «memoria que es vida abierta».

El sexto artículo, «La extensión universitaria como etapa formativa en la Licenciatura de Bibliotecología: un relato estudiantil», de Eugenia Arrejuría, Eugenia Bonino y Alessandra Cicero, estudiantes de la Licenciatura en Bibliotecología, muestra la importancia de la extensión en su proceso formativo. Las autoras narran su experiencia de trabajo con el Cine Universitario, ámbito distinto a los centros de información tradicional que ensancha los escenarios de trabajo de las ciencias de la información. Ello resultó posible, para estas estudiantes, gracias a que lograron que en sus trayectorias se articularan de forma virtuosa distintos tipos de formatos académicos en vínculo con el medio (EFI, proyecto estudiantil de extensión, proyecto de investigación estudiantil y conformación de grupos trabajo), algo que la universidad posibilitó con lo que se llamó la segunda reforma universitaria (2007-2014). El cambio de perspectiva que pone el centro en las capacidades de estudiantes y el hecho de que eso se traduzca en postular a proyectos y tomar decisiones activas sobre su trayectoria de cursada es un cambio universitario significativo reciente, que el texto nos ayuda a poner en valor a partir de una experiencia situada.

Mariana Achugar, Mercedes Altuna y Ana Laura De Giorgi, en el séptimo capítulo del libro, denominado «Memorias compartidas: la experiencia del proyecto trayectorias integrales sujetas sujetadas», introducen la reflexión entre género y memoria a partir de proyectos financiados por la Comisión Sectorial de Extensión que permitieron desarrollar prácticas integrales universitarias con ex presas políticas. El cuidado por el componente de investigación en el trabajo permeó en el proceso de enseñanza con estudiantes y sirvió de base para dar sustento al trabajo con las sujetas. En ese sentido, es importante el destaque de las dimensiones éticas, políticas y afectivas que se ponen en juego a la hora de construir las memorias de la historia reciente desde las protagonistas que sufrieron (y sufren ante el sostenimiento de la impunidad) múltiples violencias. Al respecto, es interesante pensar cómo esta experiencia se pone en diálogo con los potentes aportes que desde la epistemología feminista se están haciendo a la extensión universitaria, varios de ellos sintetizados por el Grupo de Trabajo Extensión Crítica: Teoría y Métodos en América Latina y el Caribe del CLACSO.

En el octavo capítulo, «Los no EFI: sistematización analítica de dos experiencias contrapuestas», de Santiago González y Federico Beltramelli, los autores se interrogan la consolidación de la noción de prácticas integrales universitarias en el quehacer institucional actual. Reseñan dos espacios de formación integral cuyo punto de partida para la reflexión era la investigación audiovisual: uno es el Repositorio Documental Federación de la Industria de la Carne y Afines —en el que dicen haber alcanzado satisfactoriamente los objetivos— y el otro, Sindicatos, Memoria y Testimonios —que no logró consolidarse—. En el primer EFI se dio la experiencia en conjunto entre la FIC y el Programa APEX; en el segundo, si bien se tomaba como punto de partida el anterior para replicar la experiencia, la responsabilidad recaería solo en la FIC. A partir de esas circunstancias, se exhiben al menos dos valoraciones: una refiere al valor de los programas integrales territoriales para favorecer el desarrollo de estos dispositivos (cuestión que se reivindica fundamente), y la otra, por ausencia, son las dificultades para lograr en otros escenarios que los servicios universitarios puedan lograr el mismo tipo de experiencias. No solo por las debilidades propias y coyunturales, que explicitan, sino también por la falta de apoyo que hace caer en una práctica más intuitiva que diagramada y aleja la concreción de la idea de prácticas integrales. Sin duda, estas discusiones que trae el texto tanto en el plano de las nociones como concreciones son genuinas y necesarias de dar, más en un contexto de revisión y potenciación de la curricularización de la extensión y de incorporación deliberada de la extensión al quehacer docente, como marca el nuevo Estatuto del Personal Docente. Para ello parece necesario, además de sistematizar, tener programas de desarrollo institucional de la extensión que impliquen la formación de los docentes y un acompañamiento de las experiencias que permita sustanciar transformaciones pedagógicas y sociales.

Federico Pristch, por su parte, en el noveno capítulo, «Encuentro de miradas: reflexiones sobre el EFI Creación Audiovisual Participativa», visibiliza la potencia del lenguaje audiovisual a la hora de coproducir conocimiento en experiencias de extensión con personas en situación de calle. La propuesta muestra cómo el dispositivo logra interpelar la necesaria democratización de la producción cinematográfica con los sectores excluidos. En este caso, la experiencia es realizada con las personas en situación de calle nucleadas en el colectivo Ni Todo Está Perdido, con el cual la Udelar trabaja de forma interdisciplinaria desde su creación, acompañando sus luchas por sus derechos y la propia vida. En la propuesta, estudiantes, docentes e integrantes del colectivo generaron un espacio de creación audiovisual, donde saberes y sentires se pusieron a disposición para llegar a una resolución estética colectiva en formato documental. El lenguaje audiovisual se nos presenta con un potencial pedagógico formidable para trabajar con los sectores populares, incluso aquellos que habitan desde la precarización la calle, para propiciar procesos de extensión genuinos (en el sentido que proponía en 1975 Paulo Freire en su clásico ¿Extensión o comunicación?), como el que relata esta experiencia.

En el décimo capítulo, «Historias infames, historias hermosas: de la homosexualidad a la diversidad», de Victoria Arias, Micaela la Luz, Fiorella Gargaglione y Ana Marta Martínez, las autoras incorporan una mirada de la interseccionalidad que interpela las formas de abordaje de un EFI que analiza los cambios en la homofobia. Estudiantes y docentes indagan a partir de los relatos de gays y lesbianas a dos generaciones distintas. La reflexión en torno al abordaje desde la investigación (cualitativa, en este caso) o investigación y enseñanza (en la unidad académica Cualitativa II) a la integralidad está en el centro de la reflexión del equipo, y cómo el involucramiento nos lleva a posicionarnos de manera distinta, más cercano a lo que el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda aludía con la noción de personas «sentipensantes». Desde esa perspectiva, se da cuenta de que el eje que dinamiza el encuentro como «visibilidad-invisibilidad de la homosexualidad» da lugar a diferentes categorías (violencia interna, violencia externa, el rol de medios de comunicación) que ayudan a comprender e interpelar los cambios en los estigmas de la homosexualidad y las opresiones que persisten sobre las personas con diversas orientaciones sexuales. En esta tarea, a la universidad no le cabe más que involucrarse, como plantean las autoras.

Leticia Lorier y Lilián González, en el capítulo 11, denominado «Espacio de Formación Integral Comunicación y Accesibilidad: aportes para construir educación inclusiva en la universidad», incorporan una mirada y abordaje integral sobre la discapacidad a partir del núcleo interdisciplinario Comunicación y Accesibilidad de la Udelar. Dicho núcleo está integrado por diversos servicios universitarios (FHCE, FADU, FPSICO, CSEAM y FIC) y universidades extranjeras (Vigo y Buenos Aires). La comunicación y el derecho a esta forman un elemento central para garantizar la accesibilidad desde la perspectiva de los derechos humanos. El dispositivo incorporó estudiantes tanto de los servicios involucrados como integrantes de la sociedad civil (Asociación de Sordos del Uruguay, Unión Nacional de Ciegos y Asociación Down del Uruguay), quienes, como parte de la propuesta pedagógica, producen herramientas de accesibilidad que se exhiben al público en general y a partir de las cuales se busca generar soluciones a problemas ante la carencia —de la que nuestra universidad no es ajena— de este tipo de recursos que posibiliten una verdadera educación inclusiva. Es decir, el texto (y otros complementarios, como las redes de extensión con perspectiva de accesibilidad y discapacidad de las universidades públicas argentinas) oficia como un llamamiento a poner relevancia en la extensión como herramienta que hace posible la formación, análisis e intervención en el campo de la discapacidad.

En el duodécimo y último capítulo, «Pensar los EFI en clave pedagógica», de Natalia Correa, Varenka Parentelli, Federico Pritsch y Romina Verrua, les autores ponen en valor la integración de funciones en general y en particular los efectos de la extensión en la formación de les universitaries involucrades en la experiencia de más de diez años de los EFI. En particular, plantean interpelar los elementos pedagógicos que resultan de un ciclo de formación centrado en las prácticas de les docentes de diversos servicios universitarios (y de ANEP). De los elementos que destacan en el trabajo, en clave de problemáticas para implementar, surge el tema de la participación estudiantil y el lugar que tienen estos dispositivos en relación con el resto de una malla curricular pensada para un esquema tradicional de cursada exigente, a lo que se suman las incertidumbres del trabajo fuera del aula. Cómo el estudiantado cambió respecto a su apetencia a este tipo de experiencia, que tiene exigencias temporales y vivenciales que las de otros momentos históricos donde era el propio movimiento estudiantil que luchaba por el reconocimiento de la extensión, es un tema central de discusión actual. Por otro lado, resaltan les docentes que los procesos han posibilitado la interdisciplina y el diálogo de saberes, aunque no se profundiza en qué entiende cada cual por ello. Luego indagan en el rol docente en estos dispositivos, con todas las tareas que involucra con estudiantes y actores sociales, y hacen hincapié en un elemento en debate y por desarrollar con más rigurosidad en el conjunto de la universidad, como es la evaluación de los aprendizajes. Qué evaluar, cuándo evaluar y cómo evaluar son preguntas que subyacen en las reflexiones, a las cuales a nuestro criterio habría que agregar: ¿quiénes evalúan?, pensando en que es siempre difícil, pero igualmente necesario, pensar cómo evalúan les actores sociales a les estudiantes como parte del equipo universitario con el que se vinculan. Esto es algo en lo que se detiene la Red de investigaciones del núcleo de estudios e investigación en Educación Superior del sector educación del Mercosur en el libro Fronteras Universitarias en el MERCOSUR. Debates sobre la evaluación en prácticas en extensión (2017), entre otros textos y debates en relación con la extensión en Latinoamérica. Finalmente, hemos de destacar del texto el mostrar las necesidades de formación pedagógicas y didácticas para les docentes y la necesidad de problematizar y evaluar el proceso instituyente de curricularización de la extensión tanto en la FIC como en el conjunto de la universidad; en ese sentido, es un llamado a visibilizar la potencia de dicho proceso como también a no eludir las dificultades que restan por abordar para la generalización de las prácticas integrales a todo el demos universitario.

Para terminar, debemos reafirmar la importancia de sistematizar parte de las experiencias de extensión de la Facultad de Información y Comunicación, no solamente como una publicación que podrá ser visitada por la comunidad académica, sino como herramienta para repensar el quehacer de la extensión y la integralidad en conjunto con la sociedad de forma contextualizada y procesual. Debemos interpelar constantemente el papel de la información y la comunicación en la sociedad, así como el rol de la universidad en el país, a partir de sistematizar, debatir y aprender del crisol de experiencias también en la extensión universitaria. A eso abona, sin dudas, este libro.

 

Referencias bibliográficas

Freire, P. (1975). ¿Extensión o comunicación?: concientización en el medio rural. Siglo Veintiuno.

García, V., Pérez, M. y Rak, G. (2015). Memoria que es vida abierta: diálogo de saberes a 40 años de la huelga general. ANEP, Udelar, PIM.

Santos, C., Stevenazzi, F., Romero, F., Moratti, F., Tommasino, H., Almada, J., Tomatis, K., Bermúdez, L., Carignano, M., Bonicatto, M., Gómez, M., González, M., Grabino. V. y Calvo, V. (2017). Fronteras universitarias en Mercosur. Debates sobre la evaluación en prácticas en extensión. Facultad de Filosofía y Humanidades, Unidad Nacional de Córdoba.